“La conciencia es la realidad definitiva de todas las cosas” (Paul Twitchell)
“La sustancia del mundo es mental” (Arthur S. Eddington)
“La realidad es idealidad. En rigor y en pura verdad existe solo el ideante, el pensante, el consciente yo –yo mismo–, me ipsum” (José Ortega y Gasset)
Realismo vs. Idealismo
Un eterno y primario problema filosófico es el tema de la realidad. ¿Qué es la realidad? ¿Cual es su naturaleza? ¿Qué significa que algo es real? ¿Lo real es solo lo físico, o lo mental es también real? ¿Existe una única realidad o varias realidades? ¿Lo real es lo que se percibe? ¿Lo real es la conciencia? ¿Hay realidades que están más allá de nuestra experiencia sensible? ¿Existen diferentes niveles de realidad? Si es así, ¿cuál es el nivel de realidad más fundamental? ¿Lo real es lo mismo que el ser o lo existente? ¿Lo real es la verdad? ¿Existen los personajes de ficción (como Don Quijote, Sherlock Holmes, etc.) o tienen un cierto grado de realidad? ¿Los mundos posibles o imaginarios son reales? Para filósofos como Russell y Quine, no es posible distinguir entre realidad, ser y existencia.
Una respuesta posible a esta cuestión es que lo real debe existir o tener su ser en el espacio y en el tiempo. Pero esto es solo una asignación de propiedades, de la misma manera que podemos afirmar que algunos objetos son verdes. Esto conduce al tema de los universales. Los universales son cualidades, propiedades, clases o categorías generales o abstractas que pueden aplicarse a individuos o particulares. Por ejemplo: categorías como hombre, animal, perro, etc.; objetos como mesa, silla, etc,; propiedades como rojo, bello, sólido, etc.; conceptos abstractos como número, grupo, secuencia, etc. Los particulares son los opuestos a los universales, como Platón o Aristóteles.
El conocido como “problema de los universales” es un antiguo problema metafísico sobre si los universales existen o no realmente, si son independientes del hombre (es decir, si existen a priori) y (caso de existir) el nivel de realidad en el que existen.
El debate filosófico se centra principalmente entre dos visiones opuestas: realismo e idealismo, aunque ambos términos no tienen una frontera claramente definida. Muchas posiciones idealistas se pueden considerar realistas, y viceversa.
Realismo.
Es la doctrina que sostiene que los objetos comunes percibidos por los sentidos tienen una existencia independiente del sujeto percibidor. Los objetos están compuestos de materia, ocupan espacio, tienen propiedades (tamaño, color, textura, etc.) y se perciben correctamente. Percibimos las cosas como son y los objetos retienen sus propiedades independientemente de que se las observe o no. El realismo no está ligado de forma directa o explícita con el tema de la verdad.
Idealismo.
Es la doctrina que sostiene que la realidad es fundamentalmente mental. La realidad está determinada por la mente. No existen los objetos independientemente de la mente. Lo que llamamos “realidad física” es simplemente una construcción, manifestación o expresión de la mente, de la realidad mental. La realidad está constituida por nuestras percepciones y las representaciones mentales internas en forma de categorías, esquemas conceptuales, imágenes, paradigmas o lenguajes.
Para el idealismo rige el principio de inmanencia: la mente no puede trascender o traspasar sus propias representaciones, no puede salir de sí misma, no puede acceder a algo que no sea mental.
Existen diferentes formas de idealismo, según el papel desempeñado por la mente. De todas formas, el idealismo se puede considerar un tipo de realismo, que podemos denominar “realismo idealista”.
El idealismo es la posición, entre otros, de Berkeley, Kant, Hegel y Schopenhauer, así como de filósofos recientes como Hilary Putnam, Nelson Goodman, Richard Rorty, Thomas Kuhn y Jacques Derrida. Todos ellos con planteamientos diferentes. El primer idealista moderno fue Descartes por basar toda evidencia en el pensamiento (cogito, ergo sum), aunque no negaba la existencia del mundo externo.
Tipos de realismo
Existen muchos tipos de realismo, entre ellos:
Realismo metafísico, también denominado ontológico o filosófico.
Existe un mundo independiente de nuestro conocimiento, de nuestras de nuestros esquemas conceptuales, prácticas lingüísticas, creencias, teorías, representaciones o descripciones. Hay un vacío, gap o separación entre cómo el hombre concibe el mundo y cómo es realmente. Las categorías y estructuras del mundo son independientes de la conceptualización humana, de su conciencia. El hombre está limitado por sus esquemas conceptuales y no puede acceder a la verdadera realidad.
El realismo metafísico es la doctrina predominante, compartida por la ciencia y la mayoría de los filósofos. Popper es realista metafísico: las teorías científicas solo son conjeturas o aproximaciones a una realidad que no podemos conocer.
Realismo indirecto o representacional.
Afirma que existen los objetos independientes de la mente, pero que no conocemos de ellos nada más que los datos sensoriales en forma de representaciones mentales. Lo que experimentamos no es el mundo real sino una representación interna del mundo, una réplica de realidad virtual del mundo. El representacionalismo es uno de los principios de la psicología cognitiva (la psicología que se ocupa de la cognición, es decir, de los procesos y mecanismos mentales implicados en la adquisición del conocimiento).
Realismo directo o ingenuo.
Es una forma extrema de realismo. Las cosas percibidas por los sentidos son lo que parecen ser. La realidad es lo que se percibe. Percibir es un acto epistémicamente directo y pasivo por parte del sujeto, no mediado por ningún análisis o actividad mental, consciente o inconsciente.
Realismo crítico.
Admite la existencia de un mundo físico independiente, pero reconoce también que la mente o la conciencia desempeña un papel en la aprehensión cognitiva del mundo físico.
Realismo científico.
Somete todo a un análisis racional. La realidad contiene justamente las propiedades que permiten una descripción científica. La meta de la ciencia es la descripción y explicación de todo, incluyendo los aspectos observables y los no observables del mundo. El sujeto tiene un papel activo en el proceso de conocimiento, al contrario que en el realismo directo o ingenuo.
Locke era realista científico, pues sostenía que el mundo solo contiene las propiedades primarias que caracterizan una descripción científica material, y que las otras propiedades son subjetivas, dependientes del observador y que no pertenecen al mundo.
Realismo prefilosófico o precientífico.
Es la realidad del hombre común no iniciado en filosofía ni en ciencias positivas.
Realismo epistémológico.
La realidad es el conocimiento que tenemos del mundo. Ese conocimiento se basa principalmente en las teorías científicas que describen la estructura de la realidad.
Realismo externo.
Existe una realidad externa independiente de nosotros y de nuestras representaciones mentales internas.
Hume era defensor del realismo externo. Decía que la mente postula los objetos del mundo externo para explicar la coherencia y la regularidad de nuestras experiencias. Sin embargo, los conceptos que debemos considerar básicos no se pueden obtener a partir del material que nos proporcionan los sentidos. En este sentido, se declara escéptico.
Searle defiende también el realismo externo. Lo justifica por un único argumento: la existencia del lenguaje humano, que hace posible la inteligibilidad de la realidad. “Un lenguaje público presupone un mundo público”. El realismo externo no es una teoría, tesis, hipótesis o creencia, sino la precondición para poder realizar hipótesis. El realismo externo no es epistémico. La realidad es radicalmente no-epistémica. El realismo externo no es una teoría de la verdad. Tampoco es idéntico a la teoría de la correspondencia de la verdad. “Hablando estrictamente, el realismo es consistente con cualquier teoría de la verdad porque es una teoría de ontología y no del significado de ‘verdad’” [Searle, 1997].
Realismo interno.
El mundo no es ontológicamente independiente. Depende de la mente humana. Es una posición que está influenciada por Kant (nuestro conocimiento del mundo depende de las categorías del pensamiento).
Realismo marxista o materialista.
Es la doctrina del materialismo dialéctico. La realidad material y el conocimiento son de tipo dinámico, y siempre hay que razonar dialécticamente.
Realismo modal.
Todos los mundos posibles son tan reales como nuestro mundo físico. Es la postura de David Kellogg Lewis.
Realismo múltiple.
Según Nelson Goodman, no hay un mundo, sino muchos mundos, tantos como mentes humanas. No es posible demostrar científicamente que una de esas visiones o descripciones sea la verdadera. Pero esto no implica relativismo, pues no todas las descripciones del mundo son igualmente correctas, y las correctas no están determinadas subjetivamente.
Realismo platónico.
Las formas ideales, eternas, inmutables y arquetípicas existen en un nivel de realidad superior al mundo de los sentidos. Los objetos materiales son manifestaciones de esas formas, que tienen un nivel menor de realidad y son reales en la medida en que participan de las formas. En este sentido, Platón es el mayor de los idealistas y, a la vez, un realista de las formas ideales.
Realismo natural o aristotélico.
Para Aristóteles, las cosas que percibimos constituyen la realidad, pues contienen “sustancia”, que es la entidad más fundamental. Este concepto aristotélico de sustancia ha dominado toda la filosofía. Los monistas afirman que solo hay una sustancia, los dualistas afirman que hay dos sustancias (normalmente, mente y cuerpo) y los pluralistas que hay varias sustancias. Dentro de los monistas están los materialistas (todas las cosas son materiales) y los idealistas (todas las sustancias son mentales). Entre los dualistas están los que creen que las dos sustancias son independientes y los que piensan que interactúan entre sí. Descartes era dualista “interaccionista”.
Realismo progresivo.
Es un tipo de realismo científico. Está asociado con el avance de la ciencia, que nos acerca progresivamente a un mejor conocimiento de la realidad.
Realismo semántico.
Es un realismo asociado al lenguaje. Las proposiciones sobre las entidades son verdaderas si las condiciones de verdad de estas proposiciones son de carácter objetivo e independientes de nuestras facultades cognitivas.
Realismo virtual.
Es la realidad del ciberespacio, una realidad que no tiene las limitaciones de nuestro mundo ordinario, que está sujeto a las leyes físicas. En la realidad virtual no hay limitaciones: podemos inventar las leyes que deseemos.
Realismo matemático.
Es el realismo platónico de las entidades matemáticas, formas ideales que residen en un mundo superior. Según la concepción del cosmólogo Max Tegmark [2007], la única realidad es la matemática; el universo es una estructura matemática abstracta.
Realismo imaginal.
La realidad reside en la imaginación, en todo lo que podamos imaginar. “Todo objeto que podamos pensar es un objeto genuino” (Alexius Meinong)
Tipos de idealismo
Existen muchos tipos de idealismo. Los más destacados son:
Idealismo subjetivo o radical.
Sostenido por Berkeley, afirma que el mundo no existe fuera de nuestra mente, que lo único que existe son las percepciones. Los objetos son solo construcciones mentales o colecciones de ideas. No existe un mundo independiente de la mente. Cuando no se percibe un objeto, este deja de existir. “Ser es ser percibido”. Las cosas sensibles existen solo en la mente de Dios (idealismo deista).
El idealismo radical de Berkeley se suele considerar o denominar “antirrealismo”.
Idealismo trascendental.
Para Kant, la conciencia o la mente impone sus categorías al percibir la realidad. No conocemos la cosa en sí (el nóumeno), solo las apariencias (el fenómeno). El mundo empírico es algo construido por la mente.
Idealismo absoluto.
Es la posición de Hegel, La realidad es una manifestación del geist (Absoluto o Espíritu), que se manifiesta como mente y materia, y que se desarrolla de forma progresiva a través de la historia. El conocimiento es totalidad. Solo el todo, la totalidad, tiene sentido. La verdad es el todo.
Hegel intenta superar la división kantiana entre el mundo sensible (fenoménico) y la realidad última (nóumeno, la cosa en sí). Existe una identidad absoluta entre el mundo externo y el interno. Las categorías de Kant no son ontológicas, porque son trascendentales (previas a la experiencia) y se refieren solo a la experiencia humana. En cambio, en Hegel, las categorías son ontológicas, se refieren al mundo en su totalidad: a los fenómenos (lo superficial) y a los noúmenos (lo profundo, la esencia de las cosas), existiendo identidad absoluta entre las categorías de sujeto (conocedor) y objeto (lo conocido), entre mundo externo e interno, entre ontología y epistemología.
Idealismo conceptual.
Lo único que existe son los conceptos con los que contemplamos la realidad. Los universales residen en la mente humana. En el relativismo conceptual, todas las representaciones de la realidad se basan en un conjunto de conceptos arbitrariamente seleccionados.
Idealismo ontológico.
Sostiene que todas las entidades están compuestas de mente o espíritu.
Idealismo epistemológico.
Sostiene que es imposible conocer algo independientemente de la mente. El idealismo epistemológico es el de Kant y también el de Berkeley.
Idealismo fenomenológico.
Hüsserl, en su obra”Ideas” (1913) se centra en las estructuras ideales y esenciales del estado de conciencia, intentando excluir toda hipótesis sobre la existencia de objetos externos. Para ello, introdujo el método de la “reducción fenomenológica” (o “reducción eidética”), basado en el reflejo que los fenómenos externos producen a nivel interno, en nuestra conciencia. La fenomenología trascendental es el estudio de las estructuras esenciales de la conciencia, la experiencia básica interna, no interpretada. No es una ciencia sobre los hechos o realidades naturales, sino una “ciencia de las esencias” o “ciencia eidética”, que pretende alcanzar los conocimientos esenciales. Todas las vivencias del mundo real se trascienden a se reducen a su esencia. Pero esto no implica la desaparición del mundo real, sino que las cosas son meros fenómenos, por lo que pasan a segundo plano.
En esta reducción trascendental, lo único que permanece es el “yo”. Para Husserl esto es una revolución copernicana: desde el objetivismo hacia el subjetivismo trascendental. El mundo de las cosas es relativo. El yo es absoluto, irreductible y apodíctico (necesariamente válido), la única base firme para construir una ciencia universal.
Idealismo gnoseológico.
Lo único que existe son las estructuras de conocimiento, que es un nivel más profundo que todo conocimiento particular. No presupone ninguna tesis sobre la estructura de la realidad.
Idealismo metafísico.
Hay una realidad más allá del mundo físico de la experiencia sensible y de la mente humana. Esta realidad trascendental es la fundamental y es la causa del mundo cambiante de la experiencia sensible. El mundo de las ideas de Platón cae en esta categoría. La monadología de Leibniz es también un idealismo metafísico: la realidad consiste en sustancias activas e independientes, las mónadas, los componentes últimos de la realidad, los “átomos metafísicos” pues, como los átomos físicos, las mónadas son substancias simples e indivisibles.
Otras posiciones
Fisicalismo.
Es un tipo de monismo materialista. Sostiene que los procesos psíquicos son reducibles a procesos físicos o pueden explicarse en términos de procesos físicos. La física es el modelo a aplicar para todas las ciencias.
Solipsismo.
Forma radical de subjetivismo según la cual solo existe (o solo puede ser conocido) el propio yo.
Escepticismo.
No es posible conocer la realidad porque no podemos confiar en nuestros sentidos o porque no hay razones sólidas que justifiquen la existencia de la realidad o porque hay posibilidad de que tengan lugar ilusiones, alucinaciones u otros errores de percepción. Ejemplos ilusorios son: un arco iris, que no puede alcanzarse nunca; un conjunto de líneas horizontales que no lo parecen (ver figura); un remo parece quebrado en el agua; las cosas lejanas parecen más pequeñas, etc. Frente al escepticismo está el realismo de sentido común.
Postmodernismo.
La filosofía postmoderna afirma que “la única verdad absoluta es que no hay verdades absolutas”, principio que es contradictorio. Y que es imposible el conocimiento de la realidad con nuestras limitadas mentes.
Neutralismo.
Solo hay una realidad (monismo). Lo físico y lo psíquico, lo objetivo y lo subjetivo, son aspectos, perspectivas o manifestaciones de una misma realidad. Un ejemplo de filosofía neutralista es la de Spinoza. La matemática se puede considerar neutral, en el sentido de que, gracias a su abstracción, se manifiesta a nivel físico y psíquico.
Reismo.
Doctrina según la cual solamente existen objetos materiales, por lo que solo pueden formularse enunciados acerca de estos objetos. No tiene sentido hablar de entidades abstractas.
Quietismo.
Es la postura que afirma que el problema filosófico entre realismo e idealismo no tiene sentido, que es imposible un debate metafísico significativo entre ambas posturas, por lo que es mejor no hacer nada al respecto. Esta filosofía se suele asociar a Wittgenstein, que afirmaba que los problemas filosóficos son pseudo-problemas derivados de la imprecisión del lenguaje. Y que los problemas filosóficos no hay que resolverlos, sino “disolverlos”.
Constructivismo social.
La realidad se construye mediante las interacciones sociales en el contexto de una cultura.
El problema de los universales
El llamado “problema de los universales” ocupa toda la filosofía medieval. Se enfrentaron básicamente dos posturas:
Realismo.
Los universales tienen existencia real. Hay dos variantes:
Radical. Los universales son ideas perfectas e inmutables que existen en un reino superior, diferente y separado del mundo físico. Ese reino es origen y causa del mundo físico. Es la histórica postura de Platón. Para el realismo platónico, existen los universales, que son formas ideales que existen independientemente de los particulares. Platón fue el primero en considerar reales los universales.
Moderado. El universal está en la propia realidad física, no separado de las cosas, sino en ellas. Es la postura de Aristóteles y Santo Tomás. Para el realismo aristotélico los universales no son entidades reales; su existencia depende de los particulares que los ejemplifican. Los universales existen en el intelecto por medio de la abstracción, pero adquieren entidad real en cada particular.
Nominalismo.
Los universales no tienen existencia real. Son solo nombres o términos sin sustancia que se utilizan para describir clases, categorías de objetos o abstracciones. Son creaciones de la mente para hacer referencia a un conjunto de entes individuales que comparten alguna propiedad común. Los universales no tienen existencia objetiva, solo tienen existencia las entidades particulares. Admitir la existencia de los universales es limitar el pensamiento y el poder de Dios. El principal representante de esta postura es Guillermo de Occam (s. XIV).
Locke fue nominalista. Según él, las propiedades no son entidades reales en sí mismas, sino solo el resultado de la clasificación de los objetos. Los humanos deberían conformarse con las “esencias nominales”, lo que sabemos de los objetos, nuestras ideas. El conocimiento real del mundo no es posible. Distingue entre esencia real (el ser de las cosas) y esencia nominal (nuestro conocimiento, basado en categorías). No hay posibilidad de conocer la realidad en sí. La filosofía natural no es ciencia, pues no es posible demostrar y explicar la realidad.
La física y la naturaleza de la realidad
Actualmente, la confrontación entre realismo e idealismo se desarrolla en la filosofía de la ciencia, especialmente en física cuántica, por dos razones:
Porque, a nivel profundo, se diluyen los tres pilares de la física clásica la materia, el espacio y el tiempo y las entidades cuánticas tienen un comportamiento que se aproxima a lo mental un nivel de realidad abstracto y con mayor grado de libertad que el nivel físico macroscópico y a la conciencia, donde existen infinitas posibilidades o infinitos estados superpuestos. Lo profundo está asociado a lo posible, a lo indeterminado. En física newtoniana los objetos están determinados. En física cuántica, los objetos (las entidades cuánticas) son posibilidades.
Porque sujeto y objeto están conectados y no se pueden separar: el observador y lo observado son dos aspectos de un mismo fenómeno. La conciencia del observador influye sobre el fenómeno observado. La conciencia “elige” entre las infinitas posibilidades cuánticas, y entonces se produce un “colapso” mutuo sincrónico entre la conciencia y el fenómeno cuántico, haciendo que se manifiesten las posibilidades para crear la experiencia momento a momento. Esa conexión entre lo interno y lo externo es precisamente el fundamento de la conciencia. En la conciencia solo hay una realidad, no hay dualismo.
Para el físico Bernard d'Espagnat, lo que llamamos “realidad” es solo un estado de la mente, y que el mundo que percibimos es meramente una sombra de la realidad última. En el artículo “The Quantum Theory and Reality” [1979] afirma “La doctrina de que el mundo está hecho de objetos cuya existencia es independiente de la conciencia humana está en conflicto con la mecánica cuántica y con hechos establecidos por experimentación”.
El físico Amit Goswami [2010] afirma que la conciencia crea el mundo material. Es el paradigma de causalidad descendente. Llama a su postura “idealismo monista”. “En el idealismo monista, la conciencia es como la luz en la caverna de Platón”.
También en física macroscópica o cósmica, existen conexiones entre lo físico y lo mental. Sir James Jeans afirmaba que “El universo empieza a parecerse más a una gran pensamiento que a una gran máquina. La mente ya no aparece como un intruso accidental en el reino de la materia; comenzamos a sospechar que deberíamos honrarla como creadora y gobernadora del reino de la materia”.
MENTAL, la Unión de Realismo e Idealismo
El realismo, en general, es una perspectiva parcial del mundo. El idealismo se aproxima más a la realidad, al postular que lo mental es lo fundamental, pues lo mental es un nivel superior al físico. Lo que se trata es de unir, conectar, armonizar, superar o trascender ambas visiones. Autores que se movieron en este sentido fueron:
Platón. Fue el primero en conectar idealismo y realismo. De hecho, el platonismo se le denominar realismo idealista o idealismo realista. El mundo superior y fundamental es el mundo de las formas ideales. El mundo material es una manifestación del mundo superior. Su teoría era genérica, pues no distinguía entre esas formas ideales las más fundamentales.
Kant. Fue un mediador o armonizador en la disputa entre realismo e idealismo al establecer una conexión entre el mundo interno y el externo, dando también prioridad al mundo interno: percibimos el mundo a través de las categorías mentales.
Hegel. Intentó superar la división kantiana entre el mundo sensible (fenoménico) y la realidad última (el nóumeno, la cosa en sí), al afirmar que existe una identidad absoluta entre el sujeto (el conocedor) y el objeto (lo conocido), entre el mundo externo y el interno, como manifestaciones del Absoluto.
Jung. Inspirado por Platón, fue el que finalmente, dio con la clave. Todo, mundo interno y mundo externo, es una manifestación del Unus Mundus. Los arquetipos primarios son los intermediarios o el puente de unión entre el Unus Mundus (el mundo inmanifiesto) y la realidad (física y psíquica). La conciencia se fundamenta en esos arquetipos primarios. Jung, junto con Pauli, intentaron buscar un lenguaje “neutro” basado en arquetipos primarios, pero solo lograron identificar el número como uno de los arquetipos primarios buscados.
A nivel superficial, los problemas se resuelven. A nivel profundo, los problemas se disuelven o trascienden. Con MENTAL, el problema filosófico realismo-idealismo se trasciende al contemplarlos desde una perspectiva superior, la perspectiva de la conciencia, que es lingüística.
Los arquetipos primarios de MENTAL unifican realismo e idealismo. Es la solución más simple. Se basa en que la realidad interna (mental) y externa (física) son ambas manifestaciones de los mismos arquetipos primarios. Estos arquetipos primarios son abstractos, son “formas sin contenido” (como afirma Jung) y constituyen la esencia de la realidad. MENTAL es el lenguaje neutro buscado por Jung y Pauli. Este lenguaje arquetipal está estructurado de tal manera que la semántica lexical es igual a la semántica estructural, es decir, los propios arquetipos actúan como elementos combinadores de los arquetipos. [ver Propiedades – MENTAL, un Lenguaje Arquetipal.]
La realidad reside en lo profundo, donde se halla la conciencia, la simplicidad y la verdad. En ese nivel todos los pares de opuestos se unifican, entre ellos realismo e idealismo, así como ontología y epistemología.
Existe una conexión profunda entre el debate realismo-idealismo con el lenguaje de la conciencia, que lo aclara todo, pues está en la raíz de todo. MENTAL aporta el “giro lingüístico” para trascender el problema.
MENTAL une filosofía y psicología, es decir, categorías filosóficas y arquetipos. Ambas son la misma cosa. MENTAL es a la vez un idealismo trascendental, al basarse en categorías filosóficas, y una psicología profunda, al basare en arquetipos primarios.
MENTAL es un lenguaje neutro. Pero esto no quiere decir equidistancia entre lo físico y lo mental, sino trascendiendo ambos aspectos. La realidad no es física ni mental, sino abstracta. Desde este punto de vista, las “sustancias” aristotélicas se pueden contemplar como sustancias abstractas.
MENTAL, por su carácter profundo y abstracto, integra y trasciende los diferentes tipos de realismo e idealismo.
MENTAL tiene carácter nominalista universal: es el fundamento de todos los universales “particulares”.
Con MENTAL, no solo se trasciende el tema realismo-idealismo, sino que representa la fuente de los infinitos mundos posibles.
Bibliografía
Berkeley, George. Tratado sobre los principios del conocimiento humano. Gredos, 2003.
d'Espagnat, Bernard. The Quantum Theory and Reality. Scientific American, 241:5, pp. 158-181, Nov. 1979. Disponible en Internet.
Goswami, Amit. Dios no ha muerto. Lo que la física cuántica nos enseña acerca de nuestro origen y de la vida. Obelisco, 2010.
Goswami, Amit. La física del alma. El libro cuántico de la vida, la muerte, la reencarnación y la inmortalidad. Obelisco, 2011.
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich. Fenomenología del espíritu. Abada Editores, 2010.
Jung, Carl G. Simbología del espíritu. Estudios sobre fenomenología psíquica. Fondo de Cultura Económica de España, 1998.
Jung, Carl G.; Pauli, Wolfgang. The Interpretation of Nature and the Psyche. Pantheon Books, 1955.
Kant, Immanuel. Crítica de la razón pura. Tecnos, 2011.